Molenbeek, un barrio de Bruselas definido por la prensa internacional como una guarida de yihadistas que van y vienen de Siria, se encuentra a 20 minutos a pie de la Grand Place. Nada de cuarteles de hormigón, pasos subterráneos o viaductos. Del resto de la ciudad, sin embargo, lo separa un canal, una frontera considerada insuperable y que, por ninguna de las partes, nunca fue alcanzada fácilmente. Atravesé esa trinchera por primera vez en diciembre de 2010 para visitar una asociación que ayuda los niños del barrio con sus tareas, y allí me encontré con un quinceañero de origen árabe que había convencido a sus padres y dos hermanas pequeñas de dejar Italia para asistir a una escuela coránica. Parecía increíble que el corazón de Europa podría representar también un punto de referencia para el Islam y esta pequeña anécdota tenía una explicación compleja que merecía mayor consideración. Especialmente por las instituciones de un país que quiere ser responsable y consciente de lo que ocurre en su interior…
Texto by Claudia Bellante